6.6.06

Reflexiones de una vida...


...Ya casi dos años de eso, y aun no lo asimilo...
...Quizás porque siempre es tan agresivo, tan quisquilloso, tan voluntarioso, es difícil seguirle el paso.... el paso...
Ya hace tiempo que no tiene paso, que no se oye ese pisar fuerte contra el pobre piso de granito blanqui-negro.
Miro hacia abajo y recuerdo las muchas veces que hacia lo mismo, en cada comida, sin levantar la cabeza, so pena de una bofetada, ay!.
A veces, de buen humor y talante, ponía su grueso dedo de trabajador, debajo de mi barbilla, esperando que bajara la cabeza... y zas! un roce con la nariz y una risotada.
También recuerdo la ultima vez que me pegó, tendría como 6. Fue tan fuerte, que caí al piso, como un árbol sin raíz, como una bolsa llena de plomo, con un ardor en el cachete, que duró una semana.
Quizás por haber pasado por tantas experiencias malignas, porque una guerra no tiene otro símil, su carácter fue forjado como una espada al fuego de un herrero medieval, o mas bien, como unas cadenas que siempre tenían en su pensamiento, el furor de una dictadura, el malsabor de ser apátrida, el amargo sentido de saltar un océano completo, huyendo de la pobreza, de la maldad consumada, del despojo por pensar diferente.
...Ya casi dos años de eso, y aun me lo recuerdan a cada momento en la calle, en el mercado, en la carpintería, en el museo de viejos sentados en el café de la tarde, ese café que tanto protegía de las miradas familiares, y que solo por momento se dejaba vislumbrar, en su frente arrugada y quemada por el sol.
El sol... días sobre una embarcación, intentando pescar algún bicho desocupado y distraído, para luego regalarlo al cuidador de la isla, porque nadie sabía como cocinarlo , y mucho menos, comerlo.
El orgullo sobre sus cejas, al momento que yo encamino mis destinos.
El desasosiego sobre sus hombros, al momento que se parte la esperanza de ver completada su educación, trasladada en el tiempo y en el espacio en su progenie.
El fervor con que se ocupaba de su única y ultima visión, su mas preciada propiedad y garantía de su sustento: El Edificio. Así, con mayúsculas, como si fuera único en el mundo, como si , utilizando frases manoseadas, tuviera la misión de cuidar una fortaleza, protegerla de los antiguos enemigos, que nunca mueren, y por eso coloca su nacionalidad en el piso, le baila encima, y se olvida hasta de su idioma, para adoptar uno mas tropical, mas difícil de pronunciar, sobre todo las "erres".
...Ya casi dos años de eso. Hoy hubiera cumplido 92. Es mi papá. Muerto. Punto final.

No hay comentarios.: